jueves, 8 de diciembre de 2011

El pequeño GRAN estado de Tlaxcala

Tiene bastante tiempo que no salgo ‘fueras’ de la ciudad. Estoy dentro de una burbuja llena de improperios; la mayoría del tiempo viviendo al día y respirando por puro instinto.

Sin embargo por cuestiones del destino que no se pueden cuestionar salí de esa burbuja. Ahora estoy en un viaje de trabajo. El destino es el estado de Tlaxcala.


Una de las cosas que satisfacen mi espíritu es viajar, y es en ese estado de estar en otros mundos y de conocer nuevos espacios con sus tiempos locales, que logro darme cuenta que la Unidad solo es un espejismo. Más bien es un oxímoron, “somos iguales porque todos somos diferentes, somos uno…” No quiero caer en abismos interoceánicos, en fin…


Llegamos al estado. Se dice que Tlaxcala es el único pueblo que cuenta con gobernador. Aunque ya urbanizada la ciudad Tlaxcalteca deja entrever sus orígenes. Es un estado convertido en un abanico de pueblos. Caminas unas cuadras y ya estás en otra localidad, en otro pueblo. Aquí ‘pueblear’ es ‘pueblear’. Son muchos los pueblos que conforman el estado de Tlaxcala y en tan poco territorio. Es fácil perderse. Sus nombres son difíciles de memorizar y pronunciar. Me imagino que es por esa lejanía que tenemos actualmente con nuestras raíces. No estamos enraizados a nada y vagamos entre el nihilismo exacerbado y sin sentido (no hablo del nihilismo tan poco entendido de Nietzsche). Ese pinche relativismo en donde ‘las cosas si suceden suceden, y si no suceden no suceden’, así de ambiguo, llano y sin sentido. Torpe e insinuosa se presenta nuestra existencia antes la gran tribulación de esta vida. Que nos importa, mientras estemos vivos aquí y ahora, lo demás es lo de menos (no m.a.m.e.s. y este es el lenguaje que se utiliza para disfrazar la agonía y la ausencia en la que se encuentra ‘el ser de las cosas´).

Retomando. Muchos pueblos con paisajes diversos. Algunos de ellos llenos de desorganización y abandono, otros nos muestran la opulencia en la que viven algunos de sus habitantes dedicados a negocios ilícitos y los menos se nos muestran con una ‘magia viva’ que cautivan no solo a la vista sino a nosotros mismos. Y muchas veces no sabemos por qué. Todo es tan sencillo, tan austero y tan falto de complicaciones.

A w.e.b.o. que nos gusta vivir en un estado de latente violencia, de guerra para poder generar cambios. Buscamos las revoluciones y tratamos de conciliar el orden de las cosas dentro del caos. José Martí, nos decía que el hombre esta ‘acostumbrado’ a que con guerras y sangre las cosas evolucionan. Desde aquí nacen los héroes. Siempre admiramos el valor y el sacrificio pero no la quietud y la serenidad. No podemos seguir a un espíritu en paz porque no causan esa sensación que los héroes de sangre generan. Nos gusta ver sufrir, nos gusta el dolor ajeno, las lágrimas y todo ese drama al cual nos acostumbraron o estamos acostumbrados.

Regresando. Tlaxcala es un estado pequeño pero con una cantidad enorme de pueblos. La gente es amable. Siempre tienen una respuesta para todo. Ahí los ancianos siguen siendo sabios, se ganan el respeto hasta con ‘la gente de fueras’. Tienen un gran sentido de orientación y transmiten una serenidad que nunca logramos comprender.

El paisaje es variado. El clima puede llegar a ser seco y templado. Muchas vías de ferrocarril atraviesan distintos puntos de la ciudad. En todo el recorrido siempre nos encontraremos con vías de ferrocarril. Desde Chiautempan hasta Tlaxco.

Allá en los distintos pueblos, las mujeres tienen una belleza casi irreal. Puedes llegar hasta el fin del mundo a un puesto de ‘memelas’ y serás atendido incluso, por bellas mujeres. Todas ellas trabajadoras, de carácter apacible y con una naturalidad para ser muy mujeres. Sin prejuicios, sin feminismos, sin rímel en el rostro y sin accesorios inútiles. Ser-mujer, es todo.

Aquí se puede vivir sin complicaciones. Lo único que dificultaría un poco la subsistencia sería el tránsito. Muy raras las calles y los sentidos de las mismas. Hay postes de luz a media calle. Hay retornos que no son retornos y hay sentidos contrarios que se vuelven al revés (¿?). Allá la derecha es la izquierda y todo derecho hasta topar con pared, es un imaginario de curvas y de muros inexistentes. Es por ello que de pronto estamos perdidos en un estado pequeño.


Las cosas más significativas siempre vienen en envases pequeños, o que es lo mismo: de lo bueno poco. Así se resume lo que representa y proyecta Tlaxcala…(desde mi subjetividad).

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