miércoles, 29 de abril de 2009

INFLUENZA PORCINA EN MEXICO

Hoy desperté con más lagañas en mis ojos que de costumbre. Abrí la persiana de la sala de mi casa...El Sol por todas partes. Lo veo, no directamente y pienso: ojalá y no me desprenda la retina. Mis ojos ya se acostumbraron al brillo artificial de las luces de la ciudad. Fuckin' Sol, no me jodas hoy, ja. Le aviento la culpa a él porque no veo otra cosa. La calle está desierta, ni siquiera hay dunas, puta madre, ¿qué está pasando? Pasan sólo unos segundos y lo recuerdo -mi sueño no ha podido borrar la pesadilla- hay influenza porcina en México. Pero ¿dónde están los puercos? ¿dónde está la gente? No, no hice bien la pregunta: ¿quienes son los puercos, quienes son la gente? La respuesta en este momento no la tengo, no hay alguien que me la conteste (no veo la diferencia en este momento). Te digo que solo veo la calle vacía. P.u.t.a. y es el principio nomás'.

Nuevamente la carnicería recae sobre los ignorantes, sobre los hambreados, coheteros y bicicleteros habitantes del país más hermoso y a la vez lleno de m.i.e.r.d.a. de todo el mundo: México, ja. Pero te digo que no los veo. Me dirijo al trabajo como de costumbre aunque llevo esta vez, un tapabocas (supongo que nos están metiendo la idea de que pronto no tendrás voz; mi decir ha sido suprimido de manera coloidal y muy sutilmente).
Sigo sin verlos, camino, bajo del autobús, no los veo ¡¡Ahh!! Están en sus casas inyectándose una buena dosis de T.V. para combatir a al influenza porcina. Cierto. Son tan pueriles que ya hasta les dio la porcina.
Una enfermedad como esta solo puede venir directamente de las entrañas de la mísmisima mierda: los gobiernos más poderosos del mundo (G7).

Estamos en crisis, estamos en una época de razón intrumental (lease, tomese y chupese a Habermas) donde el ser humano ya solo es un instrumento de la misma.

Ya de camino hacia el trabajo veo a varias personas con cubrebocas, todas espantadas y con MIEDO. Una vez más preso entre la ignorancia y la falsa sabiduría, el ser humano decide cubrirse la boca para estar en la bendita ignorancia, esa a la que ya está acostumbrado No me importa no tener un decir mientras me venga completa la quincena. Y no me importa la nueva Ley que se aprobó en estos días para la policía federal que le da facultades de omitir la privacidad total del individuo (intervención de llamadas, de mails, etc.)

Ni tampoco me importa que el 18 de abril México haya pedido un prestámo de 47,000 millones de dolares al Fondo Monetario Internacional ni sus inminentes implicaciones; ni mucho menos que en estos días se apruebe una ley para portar dosis mínimas de drogas como la coca o la marihuana. Además con la influenza porcina me podré olvidar de los problemas que me aquejan: el pétroleo, militares de EU en territorio nacional, las votaciones, la crisis mundial. Todo bien y como que ya me voy sintiendo mejor...
Ya de regreso del trabajo tan rutinario, en la parada del micro me encuentro a un señor de edad avanzada sin cubrebocas, todos los que estaban ahí tenían su cubrebocas bien puesto. No pude evitar decirle -señor, pongase un cubrebocas, se va a enfermar de influenza-. Me contestó -mire joven hoy en la mañana me sentía como con gripe y fuí al Seguro Social, el médico me examinó y me dijo que no había problema, que podía andar sin el cubrebocas. Estaba mirándolo, no lo podía creer. El anciano venerable al ver mi cara de 'no le creo' me dijo. -No es lo que usted piensa. El médico me dijo que yo no podía ni tenía la capacidad de reflexionar sobre mi entorno; de manifestarme, de inconformarme por la situación que está detrás del telón, de todo este circo malparido, y que no importaba mi decir, o sea que valia madres si traía o no el cubrebocas-.

Fue en ese momento cuando comprendí lo enfermo que estaba... Fuí a la farmacia a comprar un Theraflu con sabor a fresa...

domingo, 19 de abril de 2009

Las Oaxacas

Después de tanto trabajar y de ser un vil cerdo capitalista neurótico, es decir un ciudadano común y corriente de clase media, o sea un pseudo burgués. Whatever! Me decidí a tomarme unas merecidas vacaciones. Sí, soy de esas personas que les gusta justificar todo, ja. O sea, si me compro un Audi o un Alfa Romeo, no es tanto que lo necesite sino que "ya me lo merezco". Al igual que mis vacaciones: "ya las merecía".

Era temprano, las ocho de la mañana. Me levanté, apresure el paso hacia la central de autobuses. Porque cuando me di cuenta ya eran las once de la mañana. Me dirigí a la taquilla a comprar unos boletos de estudiante con destino a Oaxaca. Se habían agotado. Pensé por un rato en irme a otro lugar, total ya estabamos en la central. Pero me habían comentado que es un pueblo mágico además de ser un "super viaje". Así que tuve que esperar con mis amigos hasta las trescuarentaycinco de la tarde. No m.a.m.e.s. Una eternidad. Fuimos a un centro comercial a comprar los alimentos que nos darían las fuerzas para llegar. Desayunamos a eso de la una de la tarde en plena central.
Oaxaca es un pueblo tan grande que ya se convirtió en Estado, es mágico, divertido lleno de un sol incandescente que te quema hasta los lugares más recónditos de tu cuerpo. Pero que al mismo tiempo te da energía que luego se encargan de quitarte cada una de sus regiones.

Estuve en tierra de dioses, en tierra de mortales venidos a dioses. En la cima del mundo de la mixteca. Entre cerros de cactus, el sonido del viento y el murmullo de los mismos dioses que te dicen: "No eres nada y en nada te convertirás". Y les respondes con ese p.u.t.o. aguijón filosófico: -Si no soy nada, ¿cómo puedo ser no ser nada?-. Los dioses te mirán desde lo más alto: "Voltea a tu alrededor, no eres nada porque eres alguien, 'eres' y en nada te convertirás porque dejarás de ser"

No lo sabes aún pero estás en las Oaxacas. Y es que Oaxaca no es una sola, son varias. La Oaxaca mágica; la Oaxaca pobre, adyacente, ubicada en la periferia y repartida por su centro; la Oaxaca desconocida, esa que nunca te deja entenderla por completo y requieres regresar a seguirla conociendo; la Oaxaca de las mil y una tradiciones, esa que en un sábado cualquiera puedes ver una boda por ejemplo, de tehuanas en pleno centro. Mujeres que han tomado el control de sus vidas y se han olvidado de ese país machistaguadalupano maromero, para convertirse en el centro, en el pilar de una comunidad que rescata lo mejor de ellas, que les da voz y les crea un espacio único en toda la Tierra: ser mujer.

Está también la Oaxaca de los sabores; la Oaxaca de los oaxaqueños, esa en donde sus habitantes luchan día con día contra el espejismo de un Benito Juárez de plastilina. Adecuándose a su realidad. Tratando de ser amables con la pobreza, con la miseria y hasta con la m.i.e.r.d.a. Entre esos matices se encuentra toda una historia y cultura. Ocultos están el arraigo de seres incandescentes que se niegan a abandonar su Tierra. Son los mismos dioses. Los cuales desde la bravura quemante del sol te dicen: "Bienvenido a las Oaxacas".