lunes, 15 de diciembre de 2008

EtApAS...y ¿ahora qué?

Siempre se ha hablado de las etapas que vive el ser humano como persona. Lo que no se habla es lo que sucede en esa transición. Pareciera que es así de simple pasar por ejemplo de la niñez a la adolescencia. No es tan fácil. Cuesta mucho crecer, se sufre y el proceso a veces parece no tener un final. La canción que suena al fondo es una de los Flaming Lips la de "Yoshimi v.s. The Pink Robots".
Las etapas que van una tras otra, llegan para quedarse y no detenerse. No las digerimos, nadie nos dice siquiera como masticar semejante alimento. No somos perros, ni leones, solo somos seres humanos cambiantes sin mucho apetito. Nos gusta saborear y disfrutar el momento, lo demás vendrá después. Pero ese después ya esta aquí y se transforma en presente.

Recorres la gran avenida en tu bicicleta, está el atardecer frente a ti y respiras hondo. Ves muchos autos y mucha gente. Tienes ya cuarentaycincoaños. Te has dejado de ver con tus amigos, tu esposa está trabajando y tus tres hijos están con sus amigos. La industria que has creado no te deja salir de esa rutina bestial, todo el día generando los pesos que habrán de disfrutar los tuyos. Tienes dos carreras, dos maestrías y un doctorado. Y algo menos importante, una familia que todos los días te ve, te espera a pesar de que convivas con ella sólo unas horas. Suficientes para saber que están bien. La música que antes creabas se quedó en el olvido. Tu guitarra se ha rasgado, sus cuerdas oxidadas y su alma innerte. Ni siquiera te queda tiempo para escuchar tu música personal, esa que llevas en tu alma y que te acompañó a lo largo de tu existencia. Irreverente, idealista y llena de curiosidad. Nunca supiste cómo pasó. Ni siquiera si ya pasó, aún hasta la fecha no lo sabes.

Aquel día tu empresa generó bastantes utilidades, terminaste temprano. Saliste en tu Porsche Boxter de forma rápida -le querías dar una sorpresa a tu familia-. No había nadie, tu esposa en el trabajo, tus hijos con sus amigos y la casa vacía. Te quitaste la cobarta, el saco, te desabrochaste la camisa y por alguna extraña razón te dirijiste al cuarto más abandonado de la casa: 'El cuarto de trebejos' le solías llamar de pequeño. Entre tantas cosas lo que más te llamó la atención fueron tus tenis Panam y la bicicleta Vagabundo propiedad de tu madre ya fallecida. Los recuerdos te sacaron las lágrimas, ya tenías bastante tiempo sin llorar. Recuerdo tras recuerdo apuntaban tu alma y la amordazaban. Te pusiste los Panam e intentaste andar en la bicicleta, te caiste. Un raspón, como en aquellos viejos tiempos. Por fin le tomaste el modo. Ya en la gran avenida sobre tu Vagabundo y con un atardecer indómito, recordaste todo lo que has dejado de ser y lo que eres. ¿Y ahora qué? ¿Qué sigue? Ese instante te llena, te hace sentir vivo otra vez, de nuevo y estas llorando y respiras aún más y, y... El aire te llena de vida lo sientes en tu rostro y te acuerdas de ti. Sigues tú, ahora tú y sólo tú...