viernes, 27 de febrero de 2009

Falza esperanza


Muchas veces se piensa que el cuerpo que trae el ser humano consigo, es una carga. Se piensa que sólo es una cárcel para todas nuestras posibilidades reduciéndonos a una sóla. O simplemente se cree o se piensa que el cuerpo es un mero vehículo para que nuestra razón esté en el mundo.

Todo lo que alimenta al espíritu humano, a su 'nous', son las manifestaciones de sí abstraidas y retrotraidas de su propia realidad, de su propio ser. Son el despliege de las posibilidades intrínsecas en el ser humano por esa condición que trae inherente de ser.

La música por ejemplo es una de las expresiones más puras del espíritu, es uno de los lenguajes del alma más sensatos y es en-sí para-sí. Sin desdeñar a las otras manifestaciones del arte, la música es capaz de desplegar todas esas posibilidades. Tal vez, por mi propia subjetividad me atrevo a decir esto, así lo siento, punto. Sin embargo no sólo las manifestaciones artísticas son capaces de desplegarnos y de permanecer a través del tiempo con una vigencia eterna. Hay otras cosas menos abstractas, menos complejas pero saturadas de intensa atemporalidad. Me refiero a esas pequeñas cosas que nos hacen recordar y transportarnos a otro mundo, a otro tiempo, a nosotros mismos.

Los olores, los sabores por ejemplo, también son parte de eso que somos y nos recuerdan lo que erámos y seguimos siendo...¿Cuántas veces un olor no nos recordó una situación pasada o un lugar? ó ¿Cuántas veces una canción nos recordó cuando tuvimos nuestra primera novia, o cuando nos fuimos de parranda por primera vez, ó cuando se murió algún amigo ó familiar cercano? Incluso el clima que se supone que es diferente cada año, a veces su sensación nos recuerda varias cosas, hasta nos ponemos melancólicos. Todo esto me remite a que el cuerpo no sólo es una vil prisión carente de vida propia, no, es un cuerpo que siente que vive a la par de nosotros...
Hoy, salí a la calle todo era un gran caos, las noticias en la radio, la gente, el tráfico, el ruido. Volteo en todas direcciones y veo crisis de todas las formas: mundial, económica, religiosa, humana. Hay una imagen quimérica, un enorme 'pandemonium' y esto es ya todos los días. No es ningún apocalipsis, sino un ¡pinche infierno dantesco cotidiano! Pan de todos los días. No quiero ni pensar si llega el tan famoso Apocalipsis. ¡Mierda! Solo es una "falza esperanza", como esos billetes de setenta pesos.

"...De pronto todo perdió sentido, como siempre, como vulgarmente pasa, la vida acaeció ayer por la tarde. Nada. Es lo que queda del sinsentido oblicuo, del transcurrir en el tiempo, del desvanecerse, del olvidarse y del recuerdo presente..."

Generación del olvido, generación abortada, es trágico y a veces desesperante; y es que vas por la vida humeante y a veces tosca. Queremos la vida de otro no la nuestra. ¿Por qué? No lo sabes. Es díficil renunciar a tus ideales, es díficil despertar de ese sueño irrisorio dónde todo parecía ya resuelto, incluso nos saboteamos a nosotros mismos para no lograr lo que queremos, pasa que no sabemos lo que queremos. Igual y nos quedamos con esa falza esperanza. Por lo cómoda, por lo que sea. Siempre va a ser mejor que tener una real esperanza y voluntad para realizar cambios, nunca los hacemos en nosotros, no hay nada que hacer...

Hoy es hoy y mañana mañana. Respetemos lo que somos y demos gracias por esa oportunidad de vivir como dioses. Aún podemos decir "te veo la semana que viene" con la certeza de que así va a ser.